viernes, 14 de diciembre de 2018

Hasta pronto, Oxford

(Tomorrow I'll publish the English version)

Mientras estaba en la fiesta pensaba en escribir algo muy emotivo.

Algo que con lo que explicar cómo me sentía, cómo veía que estaba dejando atrás un momento en la vida para dar paso a una nueva etapa. Los amigos bailando, riendo, bebiendo y charlando, sonriendo y acercándose a mi con sus mejores deseos. O quizá debería decir amigas, pues soy enfermero, después de todo.

El vídeo que me enseñaron en el restaurante... me emocionó hasta las lágrimas. Hasta el punto que cuando tuve que levantarme para decir unas palabras, la voz no me salió. Joder, no me lo esperaba, no estaba preparado para algo así. Pero ha sido cuando he llegado a casa y he podido verlo sin el ruido de fondo, escuchando a mis amigos y compañeros de tantos años en Oxford que me ha tocado realmente una fibra sensible.

Ahora mismo estoy a lágrima viva.

Seis años y medio desde que llegué a Oxford.
Seis años y medio desde que decidí "probar suerte en Inglaterra".
Seis años y medio en que he pasado penurias, depresiones mucho más profundas de lo que nadie cree, seguidas de una gran superación personal.
Seis años y medio en que he pasado de ser un enfermero a ser un Profesional con mayúsculas. Porque los hospitales universitarios de Oxford me han brindado oportunidades que no habría tenido en otro lugar.

Irse de un sitio nunca es fácil. Lo he hecho otras veces: la primera vez que me fui de Mallorca para estudiar en Chile; cuando dejé este país de weones para volver a mi tierra natal; cuando me volví a ir a Francia; cuando dejé este precioso país para volver a Mallorca unos meses y, finalmente, volverme a ir a Inglaterra ante una promesa fija de trabajo de calidad. Y todas esas veces que he dejado amistades y amores atrás. Que siempre te arrepientes por una parte, pero vives la aventura por otra. Como dice la canción de Celtas Cortos "Retales de Una vida:": "Solo recuerdo lo bueno, de lo malo nada". Creo que esta es una máxima en mi vida.

Ahora mismo, estoy llorando, y una parte de mi desea no irse. Echarlo todo atrás y quedarme... pero no puedo hacerlo ahora.

Estos últimos años en Oxford han sido maravillosos, aún con sus momentos más oscuros. Esos momentos en que tus amistades viven un momento maravilloso y tú no puedes estar ahí para celebrarlo; esos momentos en que te sientes solo y no ves a quién acudir; esos momentos en que un familiar pasa un momento terrible y solo deseas poder estar ahí para abrazarlo, pero no puedes; esos momentos en que las diferencias culturales te pasan factura al punto de querer dejarlo todo y largarte; esos momentos en que algunas personas te piden una atención que tú mismo no recibes (pero tú eres el malo porque tú te fuiste); esos momentos en que solo deseas poder gritar "¡Me cago en todo!" y que alguien entienda lo que quieres transmitir.

Al final, los buenos momentos cobran mucha más fuerza que los malos. Estos últimos quizá me sirvan para madurar, para volverme una mejor persona, pero ciertamente no marcan mi vida ni mis memorias. Y esa es la gran razón por la que ahora siento una pena difícil de describir.

Los momentos de risas.
El gran trabajo profesional que he podido desempeñar como parte del equipo de cuidados intensivos del OUH.
Cada familiar que me ha agradecido entre lágrimas nuestro trabajo.
Cada paciente que ha podido volver andando a saludarnos.
Cada cuidado paliativo exitoso.
Cada momento "¡Eureka!" cuando se entiende qué le está pasando a un paciente.
Cada vez que no se ha podido ayudar a un paciente y, aún así, se ha hecho lo imposible por él.
Y por cada paciente que jamás olvidaré ni sus caras ni sus nombres.

Al final todo vuelve a lo mismo: Al motivo profundo que nos lleva a realizar un trabajo sacrificado y mal pagado.. A la satisfacción de un trabajo bien hecho, a la realización de una labor humana como pocas existen, al desempeño de un equipo de cuidados excelente.

Hoy estoy dejando atrás el que considero el trabajo de mi vida.

Pero, desgraciadamente, el trabajo no lo es todo en la vida. Ni siquiera para un enfermero de vocación como yo.

Ahora se me abre una nueva etapa. Una en la que mirar de volver con las viejas amistades y la familia. Una en la que poder buscar asentarme. Una en la que buscar una nueva estabilidad en la vida. Y, con un poco de suerte, encontrar un equipo de cuidados capaz de casi alcanzar al Churchill Intensive Care Unit del Oxford University Hospitals.

A todos los que habéis hecho posible mi estancia en Oxford; a todos los que me habéis apoyado en mis momentos de mayor debilidad; a todos los que me habéis empujado a dar más de mi cuando estaba subiendo; a todos los que me habéis dado ánimos para ser un profesional excelente cuando ya era un experto en la unidad; a todos los que me habéis plantado cara cuando me he equivocado; a todos los que me han contestado ante un conflicto bioético; a todos los que me han ayudado en un momento emocionalmente difícil; a todos los que me han acompañado en las risas y las lágrimas por nuestros paciente:

A todos vosotros: Gracias de corazón.

No sé bien qué me deparará el futuro. Pero algo sé seguro: no importa dónde esté, mi casa siempre estará abierta para vosotros.

Un abrazo. Os quiero.

Manuel Gala.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tomarte un tiempo en escribirme! :)

Farewell, Oxford

As the party went on, I was thinking on writing a soul-filled text. Something able to explain how I felt, how I saw that I was leaving a m...