jueves, 30 de noviembre de 2017

Día 16 de 365: "Análisis bioético de la gestación subrogada"

A raiz del preguntame de Aurora, me he sorprendido por la cantidad de ideas preconcebidas que los meneantes han mostrado al respecto. Quiza yo tenia una impresión un tanto naíf de cómo entendía la sociedad este hecho.
Pero tampoco pretendo decir que las voces en contra estén equivocadas. Cuando se tratan debates bioéticos, raramente hay una respuesta completamente correcta; a lo sumo somos capaces de llegar a un acuerdo de la postura que nos parece más acorde a nuestra realidad política, cultural y social. Por poner un ejemplo bien conocido, la eutanasia ofrece opiniones muy divididas en países occidentales, mientras que en ciertas culturas (cuyo nombre ahora no quiero googlear) se considera algo natural ayudar al enfermo a morir sin dolor. 
En este artículo voy a hacer un análisis lo más neutral posible sobre la gestación subrogada desde un punto de vista bioético.
Pero empecemos por el principio, ¿Qué es la bioética? La bioética es la rama de la ética orientada a proveer los printipios para la conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida. La bioética se basa en cuatro principios fundamentales. De cada principio en sí puede hablarse largo y tendido, pero por mantener este artículo breve, los resumiré en sus conceptos más básicos:
Principio de Beneficiencia: La obligación de actuar para hacer el bien de otros.
Principio de Autonomía: La capacidad de darse normas a uno mismo sin influencias externas. En otras palabras, permitir que el paciente decida por si mismo.
Principio de no maleficiencia: La obligación de evitar causar daño intencionadamente, y de reducir el daño potencial que el actuar médico pueda causar.
Principio de justicia: Tratar a cada uno como corresponda con objetivo de reducir las desigualdadesentre personas o grupos sociales.
Solo con estas definiciones es fácil imaginar que no siempre puede actuarse en favor de todas. Quizá un médico quiera obligar a un paciente enfermo a quedarse en el hospital por su propio bienestar, pero eso atentaría contra la autonomía del paciente que quiere irse a su casa. Es un ejemplo muy simplista, pero supongo que me entendéis.
Ahora definamos: ¿Qué es la gestación subrogada? En términos simples, es el proceso mediante el cual una mujer gesta un hijo para otra pareja incapaz de concebirlo. Esto nació en los años setenta como una práctica comercial, y desde entonces tiene fuertes controversias tanto éticas como legales. En este artículo no entraré en las controversias legales. 
Pasemos entonces al análisis bioético, y antes de que nadie se alarme: Por supuesto mi propia ética va a influir en cómo haga este análisis, por más que me proponga ser neutral. La magia de la ética en todas sus ramas es que jamás hay una respuesta 100% acertada, así que dejad vuestros comentarios abajo y tengamos un debate en condiciones.
Desde el punto de vista de la beneficiencia: Obviamente el objetivo final de la gestación subrogada es proporcionar a los futuros padres incapaces de concebir la posibilidad de recibir un hijo. 
Sin embargo tampoco puede negarse que existen otras posibilidades, quizá, más benéficas, como podría ser la adopción de un niño huérfano. Hay que mencionar también la importancia psicológica que tiene para ciertas parejas saber que su bebé comparte un vínculo genético directo, lo cual puede hacer que dichas parejas no consideren la adopción como una opción plausible. 
El principio de No Maleficiencia presenta una controversia interesante. Incluso aunque la madre gestante acepte de buen grado y sin presiones externas ejercer como "vientre de alquiler", es innegable el gran estrés que sufrirá su cuerpo, incluso si tiene un embarazo y parto sin ningún tipo de complicación. 
Por supuesto es debatible el tipo de compensación por este sacrificio y por los riesgos añadidos, sin embargo, ¿cuál es el precio correcto? Existen mujeres que ofrecen a gestar un hijo ajeno por el simple placer moral de que otros puedan sostener a su propio hijo biológico; otras puede que pidan un precio económico u otro tipo de trato. ¿Cuál es el precio correcto en estos casos, y cuándo podemos considerar que el mal causado ha sido compensado adecuadamente? ¿Es aceptable que una mujer se someta al riesgo de un embarazo y sus complicaciones?
Y, relacionado con los principios de autonomía y justicia, ¿Podemos considerar jamás que no hacemos mal alguno cuando una mujer en apuros económicos se ve obligada a ofrecer su vientre para subsistir? 
Autonomía es, quizá, el principio con menor controversia aquí. La mayor duda surgiría de si la mujer que ofrece su vientre realmente lo hace sin ningún tipo de presión social o económica. 
E, incluso aunque existan una o ambas, ¿es correcto decir que esa mujer no ha decidido por si misma? Quizá sea amiga de la pareja que desea un bebé, y haya cedido a la presión de la amistad, ("¡Si fueras una amiga lo harías!"). Pero, incluso en ese caso, ¿estamos capacitados para juzgar que esta mujer no ha decidido libremente?
Podemos plantearnos exactamente el mismo dilema desde el punto de vista de la presión económica. Quizá una mujer decida alquilar su vientre como solución económica para si misma y su familia. ¿Es correcto entonces negarle esta posibilidad? En una situación de apuro económico, ¿es más correcto alquilar su vientre o, yendo al extremo, optar a la prostitución? Incluso aunque nos atrevamos a responder a esta pregunta, ¿podemos aplicar nuestra propia moral al caso de una joven que viva en un país con una cultura radicalmente distinta a la nuestra? ¿O al de una mujer cuyos esquemas morales no coinciden con la mayoría en su sociedad?
Por supuesto, hay que ser tajantes con este principio: Una mujer JAMÁS debería ser obligada por otras personas a alquilar su vientre. Si es el caso (amenazas, mafias, etc) salimos del terreno bioético y nos adentramos en el criminal.
Desde el punto de vista de la Justicia se nos presenta un debate interesantePodemos hallarnos en dos situaciones posibles:
1) La madre gestante está en más o menos la misma capacidad económica y social que la pareja que quiere un bebé. 
En este caso, podemos asegurar casi sin lugar a dudas que no hay problema alguno: Las personas implicadas tienen las mismas posibilidades y acuerdan la gestación subrogada.
2) La madre gestante está en una posición económica y social menor o mucho menor que la pareja.
La pareja tiene una mejor posición que la madre gestante, lo que le da mayores opciones que a la madre. Pero, al mismo tiempo, esta desigualdad implica que la madre gestante puede aprovechar para obtener un beneficio que la pareja que recibirá el bebé puede permitirse pagar. 
Al mismo tiempo vale la pena preguntarse: Si la madre gestante hubiera tenido otras opciones, ¿se habría decantado por alquilar su vientre? O mejor aún, ¿tiene la madre gestante otras opciones aparte de alquilar su vientre? 
Por mi parte, creo que aquí finaliza mi rápido análisis bioético. Por supuesto hay muchas otras consideraciones que no se me han ocurrido, y lo más correcto sería buscar artículos de profesionales a favor y en contra de la gestación subrogada y basar parte de mi análisis en los mismos, pero no quiero aburriros. Si algo hay que quiero dejar claro es que en cualquier tema bioético no hay blancos ni negros, si no escalas de grises. Y la gestación subrogada no es una excepción. 


He estado de viaje y eso me ha causado un parón con este blog. Vamos a continuarlo.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Día 15 de 365: "El presente de un carpintero"


El muchacho observaba a su padre desde el hueco de la escalera que bajaba al sótano.

Era un hombre serio y algo rudo, entregado a la dureza del campo y del trabajo de la madera. A pesar de que los campos requerían cuidados día a día, el padre de la familia complementaba sus ingresos mediante la carpintería. La mayor parte de veces empleaba ese tiempo en tareas prácticas: La reparación de puertas y persianas, construir mesas funcionales y, en ocasiones, tallar las piezas que formarían parte de los hogares de ricos y burgueses.

Era extraño observar al carpintero disfrutar de su trabajo como en aquel día. Siempre era diligente y la calidad de sus trabajos no era discutida, pero su hijo observaba la seriedad de sus ojos y la velocidad a la que trabajaba. Siempre sacar los encargos adelante, evitando todo tipo de distracciones, pues eran tiempos duros.

Aquella tarde era distinta.

El padre trabajaba lentamente, manejando una pieza en sus manos sin que el muchacho pudiera ver de qué se trataba. Tras unos minutos pudo verlo sonreír y susurrar algo para si mismo; sujetó la pieza con el gato del banco de carpintero y tomó una fina gubia para pasar un largo momento tallando algo con sumo cuidado. Después dejó la herramienta con precisión y respeto, tomó una lima y siguió trabajando en la talla.

El muchacho ardía de curiosidad; sabía que a su padre no le gustaba que anduviera por el taller mientras trabajaba pero... ¡Quería saber qué estaba haciendo! Podía entender que su padre tallara por encargo, porque necesitaban el dinero, pero sabía bien que no era el caso en esta ocasión.

Cuando su padre se alejó del banco de trabajo, el muchacho se escondió para verlo ir hacia la cocina. Supo que si le veía le regañaría, quizá le cayera una torta, pero la curiosidad es una fuerza poderosa. Fue escaleras abajo, tan silenciosamente como pudo y miró en qué estaba trabajando el carpintero. Se trataba de una pequeña caja de madera, aún inacabada, pero el muchacho supo que algún día sería algo realmente bello. Dibujos con motivos florales estaban siendo tallados en la superficie, y la combinación de varias maderas distintas en algunas partes creaban un juego de colores y texturas impresionante.

El muchacho no escuchó los pasos a su espalda hasta que fue demasiado tarde. Se giró, pensando en una excusa, pero para su sorpresa su padre no parecía enfadado. Caminó hasta el banco y se arrodilló poniéndose a la altura de su hijo.

—¿Te gusta? —el niño asintió—. No le digas nada a tu madre, es un regalo.

El carpintero revolvió el pelo a su hijo con cariño y lo mandó a jugar. Todavía le quedaba mucho para acabar aquella pequeña pieza.

Día 15 de 365.
24 de Noviembre

martes, 21 de noviembre de 2017

Día 14 de 365: "El blues del ala rota"

Arpegios menores de piano sonaron melancólicamente por el local, silenciando con su presencia el murmullo constante de los presentes. El pianista, vistiendo un traje cuya chaqueta había sido retirada hacia tiempo, se mantenía en un discreto segundo plano, escondido en las sombras tras el foco que señalaba a la protagonista de aquel recital.

Ella vestía un traje negro con reflejos que no era atrevido sin llegar a ser recatado; un maquillaje ligero que realzaba sus facciones y un pintalabios que enmarcaba cada sílaba de la canción. Tomó el micrófono su voz sonó lenta, suave y triste, creando una historia a partir de la nada. Una historia que contaba cómo ella intentaba silenciar el dolor entre las paredes de un vaso de whisky.

Él levantó la mirada de su propia bebida.

Si alguien no había guardado silencio todavía, lo hizo cuando la voz de la mujer no dejó lugar a otro sonido o sentimiento posible. My mind if full of this deja vu, but it ain't curing my broken wing blues. Y había algo en aquella canción, en la forma de cantar y de expresarse que no dejaba lugar a dudas de la implicación que cada sílaba, palabra y frase tenían para la artista.

El hombre que se sentaba en la barra, por primera vez en mucho tiempo, dejó un vacio medio vacío junto al resto. Le costaba entender todas las palabras, pero sí que comprendía el sentimiento y el mensaje. La historia de una pérdida imposible de superar, el dolor de la soledad y la injusticia de una muerte absurda. Y ella siguió dejando fluir sus emociones, sin callarlas ni exagerarlas.

It hurts to laugh when six feet under's my better half.

Sus miradas se cruzaron y, en ese instante, el hombre vio algo que no supo identificar. Quizá era lo mismo que él había sentido durante tanto tiempo y que con tanta bebida había intentado paliar, o el mismo dolor que esa mujer luchaba por superar con sus mejores armas, quizá con mayor éxito que él.

You can bury me there too, through this bottle.
I'll follow you and finally be through with these broken wing blues.


Y el hombre no pudo resistirlo más y ocultó la vista clavándola de nuevo en su vaso de whisky. No estaba preparado para asimilar aquellas palabras que tan bien lo definían, aquel deseo que tantas veces había sentido y contra el que seguía luchando, intentando ahogarlo en alcohol.

Hubo un aplauso que él no escuchó y un silencio que dio lugar al murmullo de las conversaciones, pronto cubierto por la música del sistema de sonido. Pero una voz a su lado lo sacó de su ensimismamiento, "Un Daiquiri, por favor". Cuando miró hacia la misma, ahí estaba ella, la mujer, la musa con cuya canción se había identificado. Y esta, tras tomar su bebida y dar un sorbo a la misma, lanzó una pregunta, mirando al infinito.

-Y usted, ¿a quién perdió?


Día 14 de 365
21 de Noviembre.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Día 13 de 365: "El príncipe arrollador"

El noble primogénito e hijo único de los Belmonte era conocedor de un hecho científicamente demostrado: Todas las damas de la corte perdían las enaguas al pensar en su persona. Pues tal era la fama, garbo y saber estar del semental que a sus encantos no se resistía ninguna dama de recta moral. Señoritas de alta alcurnia competían por las atenciones del... ¿qué digo, joven? ¡del semental! Señoritas de alta alcurnia competían por las atenciones del semental, e insulsas plebeyas perdían el sentido a su paso. ¡Oh, tal sensualidad arrasaba con su calor, cual arrasador fuego de Nerón!

Y por ello, el noble de cabellos dorados como el sol arribó al baile con el porte de aquel que se sabe victorioso antes del combate. El arte del cortejo no tenía secretos para él, pues le bastaba con señalar a la afortunada para sentir el arropador calor del amor hasta el alba. ¡Oh, enséñame tu secreto, príncipe del amor! ¿Por qué yo, humilde escribidor, en el cortejo soy todo un perdedor!

No se planteó siquiera la posibilidad de que aquella noche fuera diferente. A la gran gala fue invitado y, cual caballero armado, acudió bien ataviado: Elegante esmoquin blanco, combinado con un lazo azulado; pantalones negros y gemelos dorados; y como guinda del pastel, un blanco clavel. Arrollador, reluciente, imponente, resplandeciente... Así lucía nuestro Don Juan, acudiendo a la gala sin oponente ni rival. Él se llevaría aquella noche los mejores tesoros, y a sus oponentes dejaría los despojos.

¿Pendenciero? Más bien, un honesto guerrero.

Pronto vislumbró a la afortunada con la que pronto pondría a prueba la resistencia del colchón. Iuyuella era su nombre: Esbelto cabello rojizo, y ojos verdes y bellos, tan brillantes como del noble sus sus sentimientos. Recatada, fina y delicada, la presa ideal para una caza bien meditada. Palabras bien moduladas, un sutil roce, un verso bonito y un susurro al oído... El don Juan se sabía ya ganador, no existía posibilidad de error...

Pero, ¡Oh, ignonimia! Tornose Iuyiella a otro lugar, ignorando al noble y su "bla bla bla". ¿Qué pudo pasar, qué pudo ir mal? ¿Qué ocurrió que fallara semejante semental? Poco disimulado recochineo llegó hasta el primogénito, el cuál supo que no tendría otra elección:

De Iuyiella esa noche tendría que conseguir su amor.
Pues era una cuesión de honor.

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Reescritura de un viejo fanfic llamado "El príncipe arrollador". Quizá un día desarrolle esta historia más.
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Día 13 de 365
20 de Noviembre

domingo, 19 de noviembre de 2017

Día 12 de 365: "La espera"

La chica espera, mirando a su alrededor con timidez mientras enrrolla uno de sus rizos rubios en un dedo, dejándolo bailar libre a continuación antes de repetir con otro mechón de pelo.

El mundo transcurre a su alrededor, ajeno al nerviosismo de la jovencita, pero aquellos que acarician la escena con la mirada reconocen al instante un recuerdo que dificilmente deja indiferente. Viste un traje sencillo pero colorido, acorde a la temperatura de la época, y lleva el pelo recogido en una coleta alta, dejando solo unos pocos rizos caer a ambos lados de su cara. Porta un bolso sobre un hombro que, a pesar de todo, no deja de transmitir cierta inocencia y juventud a través de las chapas que lo adornan, mostrando distintos motivos infantiles, así como algunos que no lo son tanto.

Saca un teléfono del mismo y lo activa para comprobar algo rápidamente; quizá la hora, o si ha recibido un mensaje. Duda durante un instante pero no tarda en volver a guardarlo, negando con la cabeza. Y vuelve a mirar a un lado y otro, buscando con la mirada a alguien que no llega. Se apoya ligeramente en una pared, pero rectifica al instante y se levanta, sacudiendo ligeramente la falda blanca tras ella, y sigue esperando mientras cambia el bolso de hombro.

Pero la espera se hace demasiado larga, y vuelve a tomar su teléfono. Esta vez lo activa y, tras unos segundos de duda, empieza a escribir algo en la pantalla. Su cara cambia del nerviosismo a una ligera frustración, y vuelve a teclear. Quizá por eso no se percata de que alguien se le acerca por su detrás. El roce en su espalda cubierta por la fina tela del vestido la sobresalta, haciendo que ella se aleje y gire de un salto. El chico frente a ella rie ligeramente, pero al momento extiende las manos hacia adelante mientras pronuncia una disculpa. Ella lo empuja, sin demasiada fuerza y reprocha su actitud.

Pero pronto la joven pareja abandona el enfado y se dan un tímido beso. Caminan a lo largo de la calle con las manos entrelazadas, perdiéndose pronto entre la multitud ignorante de aquella primera cita. Para muchos, solo unos jóvenes más. Para ellos, el momento más importante de sus florecientes vidas.

Día 12 de 365
19 de Noviembre

sábado, 18 de noviembre de 2017

Día 11 de 365: "Evacuación"

Pocos han tenido el horrendo honor de observar una estación Coriolis en llamas.

Las estaciones Coriolis son gigantescas estaciones de forma cuboctaedra con un radio de aproximadamente dos kilómetros. Son parte fundamental de la sociedad galáctica, sirviendo como puntos de suministro, comercio y reabastecimiento. Sus defensas son formidables, y solo un ejército dirigido por un loco sería capaz de plantear siquiera la posibilidad de lanzar un ataque abierto a una.

La estación "Magnificent" ardía. Los gigantescos láseres de pulso disparaban en todas direcciones, intentando impactar a naves biológicas cuya forma recordaba levemente a una flor. Los Targoides se habían lanzado a la ofensiva, ya no atacaban naves de forma esporádica, si no que coordinaban sus ataques en puntos estratégicos de la humanidad. Y estábamos perdiendo.

El primer protocolo de toda estación Coriolis era la de cerrar las compuertas del hangar para proteger a las naves atracadas mientras lidiaba con el ataque. El segundo, que no se había activado en varios siglos, era exactamente el contrario: Destracar todas las naves que estuvieran listas para el vuelo y ordenar una evacuación inmediata. Nadie estaba preparado para tal evento, nadie sabía bien cómo actuar, y el caos se desató. Los Targoides esperaron en la puerta del hangar, destruyendo a toda nave que intentara huir, a pesar de los esfuerzos de la estación por repelerlos. Con la flota de defensa destruida, poco podían hacer.

Los radares de la estación detectaron la llevada de varias naves. Media docena de contactos aparecieron a pocos kilómetros de Magnificent, dirigiéndose rápidamente hacia los interceptores Targoide que bloqueaban la salida del hangar. Las explosiones, acompañadas por la inconfundible nube azul del armamento de Aegis se sintieron en la propia estación, seguidas por el grito de dolor e ira del Targoide que había sido impactado. La comunicación, lanzada en todos los canales, llegó solo unos segundos después.


—Aquí la Tercera Flota de Intervención Federal a todas las naves: ¡Abandonen el sector! Magnificent, prepárense para la evacuación.

Los alienígenas, obligados a defenderse de las nuevas naves humanas abandonaron el impenetrable bloquedo. Todas las naves salieron del hangar a toda velocidad, activando sus motores de salto hacia otros sistemas. Pero, al mismo tiempo,  varias docenas de naves entraron en el espacio de la Magnificent: Pequeñas, rápidas y maniobrables. Cobras, Diamond Backs, Adders, y Exploradoras ASP se dirigieron a toda velocidad hacia la entrada de la estación.

La guerra no había hecho más que empezar.

Basado en el univeso de Elite Dangerous.

Día 11 de 365
18 de Noviembre

viernes, 17 de noviembre de 2017

Día 10 de 365: "Sintonizada"

Hoy he vuelto a oír esa emisora de radio. Esa maldita emisora que me persigue día y noche, y parece ser que soy el único que la oye.

Hace unos meses que la escuché por primera vez, iba en el coche, lo recuerdo. Estaba buscando música por la radio cuando, en una emisora, solo había una voz metálica de mujer cantando números, símbolos y letras.

Uno, Alfa, Omega, coma, siete, cuarenta y dos, Omega, Delta, exclamación, doce...

Me quedé unos segundos escuchandola antes de poner otra cosa. Supuse que era alguna emisión de la policía o militar, tampoco me importó demasiado el tema. Los misterios nunca me han interesado demasiado, aunque comenté el hecho con unos amigos entre risas. Pensé que no volvería a oírla. Pero solo unos días después volví a escucharla, esta vez en la oficina.

Estaba trabajando en mi ordenador cuando volví a oír a la misma mujer decir, como sabría más adelante, exactamente el mismo mensaje. "Uno, Alfa, Omega, coma, siete...". La radio sonaba justo al lado de una compañera. Me reí y dije que el otro día yo había sintonizado esa misma emisora.

Pero ella me miró extrañada, como si no entendiera.

Me levanté y me acerqué a la radio. Nada más hacerlo, una emisora de música pop fue sintonizada por arte de magia. ¡Era una radio antigua, de las de rueda y aguja, no puede tener un mando a distancia o algo! ¡Y mi compañera no había oído a la mujer hablar! Disimulé, era todo demasiado extraño para decirlo en voz alta.

Esa noche las vi por primera vez: Sombras. Sombras en los cristales. Se ven sobre todo de noche, y creí que era mi imaginación, que estaba siendo un paranoico... Pero cada vez las veía más a menudo. Y ellas me miran... me devuelven la mirada y me piden que me una a ellas.

Lo he hablado con mucha gente, he preguntado por internet, y nadie ha oido jamás esta emisora. Nadie. ¿Me estoy volviendo loco? ¿Acaso he perdido la razón? Pero suena tan real, y las sombras se ven tan reales que me cuesta concebir siquiera que todo pueda ser solo fruto de mi imaginación. Tiene que ser real, ¡tiene que serlo!

Hace unas semanas empecé a verlos a ellos. Hombres y mujeres, vestidos de negro... Y siempre están ahí. Bajo mi ventana, hablando con mis jefes en la oficina, en la misma esquina donde compro el pan, en el parking del supermercado que frecuentaba. Pensé que era mi imaginación, así que cambié mi rutina: caminaba por distintos caminos, iba a distintas tiendas y mercados, y dejé de frecuentar los mismos bares. Al principio funcionó, no los vi por varios días... ¡Pero vuelven a estar ahí! Ya da igual dónde vaya, ¡siguen ahí!

Esa maldita emisora me persigue. Hoy la he oído a través de mi reproductor de MP3, ¡es imposible! Ese trasto no tiene conexión de ninguna clase, solo la música almacenada, ¡y ahí estaba la maldita emisora! Quemé el MP3, mi ordenador y me deshice de todo artefacto electrónico. Y entonces volví a oirla, ¡en casa de mi vecino! ¡Fui ahí y le grité que parara la maldita radio, pero él dijo que no tenía ninguna radio encendida! ¡No escuchaba la voz de la mujer repetir el mismo mensaje, una y otra vez!

Lo empujé contra una pared y entré en su casa para parar ese maldito artefacto. Su mujer gritó y cogió a los niños, ¡y lo que sonaba era un maldito teléfono de juguete! Pero la voz de la mujer era atronadora, ¡Cómo podían no escucharlo! Destrocé el juguete a patadas hasta que dejé de oírla.

Entonces la policía llegó.

Nada de esto tiene sentido. Estoy sentado en mi celda, con otros reclusos que charlan entre ellos, no parecen mala gente. Pero la música del guardia que nos vigila hace tiempo que se ha apagado, sustituida por la voz de la mujer. Un hombre de negro entra y me señala. Dice que soy libre.

La maldita emisora sigue sonando.

Uno, Alfa, Omega, coma, siete, cuarenta y dos, Omega, Delta, exclamación, doce, quince, Múltiplo, Acuario, Ciento Diecinueve, Pi, doble, Tau...



Día 10 de 365
17 de Noviembre

jueves, 16 de noviembre de 2017

Día 9 de 365: "Han vuelto"

La nave modelo Cobra salió del espacio hiperdimensional directamente sobre un planeta metálico sin atmósfera.

El piloto chequeó la información que el ordenador de a bordo le proporcionaba tras analizar la información recibida por los múltiples escáneres. Era un planeta de núcleo metálico, un buen descubrimiento por el que la Federación de Pilotos le pagaría un buen precio. La falta de atmósfera ofrecía ciertas ventajas, a pesar de que impediría cualquier potencial colonia de alcanzar un número importante de habitantes; las naves tenían más facilidad para aterrizar y despegar, lo cual podría convertir ese planeta en un punto de paso ideal.

La grabación se pausó.

-¿Dónde has dicho que recuperásteis esta caja negra?
-No era una caja negra, si no una cápsula de escape con la grabación en el ordenador de la misma. El piloto no sobrevivió.
-Un explorador que acabó muerto, ¿qué tiene de especial?
-Cállate y observa.

La grabación volvió a empezar.

El piloto dirigió la nave hacia el planeta, en un vuelo orbital bajo para dar tiempo a sus escáneres a analizar cada detalle de la superficie. Los observadores, expertos pilotos a su vez, no tardaron en ver que estaba siguiendo un patrón de búsqueda muy obvio. No se trataba de una exploración típica: Quien fuera ese piloto estaba buscando algo muy concreto.

Poco a poco sus escáneres fueron reduciendo el área de búsqueda, y la nave se dirigió hacia una zona en concreto, cerca de una formación montañosa. Y ahí estaba.

Lo primero que pudieron ver fue una formación espiral cubierta por una bruma verde; siendo un planeta de baja gravedad y sin atmósfera, indicaba la presencia de una fuente continua de gas o polvo. Pero pronto las estructuras sobresalieron: Inmensos picos curvos, como grandes garras que hubieran surgido del suelo, rodeando una formación central. La nave se acercó con sumo cuidado, guardando las distancias, y observando la estructura obviamente orgánica de la construcción. Si es que podía calificarse como tal.

Un vuelo más cercano detectó que había movimiento: vehículos o naves de alguna clase se movían por la superficie, con una coordinación que recordaba a una colonia de hormigas. El piloto guardaba silencio, casi como si estuviera procesando lo que estaba viendo.

Entonces, todo se apagó.

Los controles de la nave se fundieron en negro, los motores dejaron de funcionar y, por primera vez, oyeron al piloto exclamar algo en un idioma que no conocían. La nave, fuera de control, cayó en barrena hacia el suelo, poco a poco debido a la poca gravedad.

Y, en una de las vueltas, vieron que había algo en el cielo. Algo grande y que se acercaba. Tenía forma octogonal.

La grabación cesó violentamente. Un mensaje del ordenador informaba que el sistema de eyección automático había sido activado; unos minutos después un nuevo mensaje informó que la cápsula de escape había sido situada en órbita y un SOS enviado en todas las frecuencias.

Los dos observadores apagaron la grabación, en silencio. No hacían falta palabras: Los Targoides habían vuelto.

Día 9 de 365.
16 de Noviembre.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Día 8 de 365: "El baile de las hojas de otoño"

El baile de una hoja marchita por el otoño siguió el compás que le marcaba la música del viento. Era un vaivén atrayente, hipnótico incluso desde la posición del muchacho. A veces subía con una imperceptible brisa, y en ocasiones descendía al perder su invisible caballo del aire.

Los sonidos del bosque que empezaba a cubrirse con los primeros copos invernales parecieron guardar silencio a oídos del joven: Solo estaban él, el cielo encapotado, el frío del suelo bajo si mismo y una sensación de paz que no había experimentado jamás.

Súbitamente un golpe de viento arrancó la hoja del rango de visión del joven, y este sintió cómo era desplazado sin saber a dónde; unos momentos después volvió a encontrarse mirando al cielo. Ya no era una hoja la que veía, si no muchas las que caían al mismo tiempo de los árboles, uniéndose a la no tan silenciosa danza que les proponía el viento. Estaba cansado, muy cansado, y cerró los ojos, era hora de reposar, finalmente.

A su alrededor, sus compañeros avanzaron y los rifles entonaron su canción de muerte.

Día 8 de 365
14 de Noviembre (con retraso)

lunes, 13 de noviembre de 2017

Día 7 de 365: "Una visita de Muerte"

Hoy me ha venido a ver La Muerte. Solo Muerte para los amigos.

Es un tipo majo.

La verdad es que conocí a Muerte de una forma tan inesperada como tópica: Vino a buscarme cuando no me tocaba. Cosas del destino, ¿verdad? El caso es que me caí por las escaleras y, cuando me di cuenta, frente a mi estaba esa inmensa, poderosa y carismática figura embutida en negro, con su enorme guadaña sostenida en una mano esquelética, mientras que la otra iba desenrrollando un pergamino sin fin que surgía de algún pliegue de su túnica. Es curioso, pero no tuve miedo, fue más un "ah, pues estoy muerto, qué lastimita".

Pero Muerte releyó el pergamino y, tras unos segundos dijo "PARECE QUE HOY NO ES TU DÍA, MIGUEL". No, no se me ha bloqueado el bloqueo de mayúscuas: No hay forma humana de definir una voz como esa. Solo puedo decir que Muerte... habla en mayúsculas.

Hombre, yo agradecí a todos los dioses del mundo no tener que acompañar a Muerte en un viaje sin retorno al Más Allá... pero, no estoy seguro de cómo, pude ver tristeza en su enorme y congelada sonrisa calavérica. Le pregunté si estaba bien y... hostia colega, ¡que se derrumbó! Me dijo que nadie apreciaba su trabajo, que se sentía solo, que no tenía amigos... Vamos, pobrecito.

Total que estuve hablando con Muerte un buen rato, desde mi espíritu, flotando justo encima de mi cuerpo inconsciente. No tenía prisa por volver, sabía que me iba a doler todo cuando lo hiciera. Total que tras hablar le prometí algo: que cada vez que viniera por mi zona a hacer su trabajo me avisara y yo iría a visitarlo. Él se alegró tanto que me explicó una y otra vez que jamás me llevaría al Más Allá antes de mi hora prevista, y que aún me faltaban muchos años. ¡Eso es un alivio!

¿Que cómo sabría que estaba por mi zona? Me respondió "LO SABRÁS".

Ha pasado un mes desde el accidente y todavía sigo escayolado. Sí, dolió, muchísimo, todavía duele un poco, pero ya estoy mejor. Estaba sentado viendo la tele cuando, sin darme cuenta, tomé el mando a distancia y puse el canal de noticias. Acababa de ocurrir un accidente múltiple a poca distancia de mi casa. Me levanté y cojeé hacia la puerta, y al abrirla ahí estaba Él. Pasó al interior, atravesándome como si no estuviera ahí, y entonces vi a un vecino mirándome, extrañado. Claro, él no podía ver a Muerte, por lo que verme saludar al vacío debió ser extraño.

—ESPERO QUE NO TE IMPORTE, PERO LA PRÓXIMA SEMANA TENDRÉ MUCHO TRABAJO POR AQUÍ.
—Nada hombre, un placer. ¿Quieres un té?
—POR FAVOR. HE TRAIDO GALLETAS.

Ya os lo dije: Un tipo majo.


Día 7 de 365
13 de Noviembre.

Inspirado y dedicado por partes iguales a la muerte de Terry Pratchett, y a Muerte de Aitor I. Eraña.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Día 6 de 365: "La mujer que caminó hasta el fin del mundo"

La mujer que caminó hasta el fin del mundo miró hacia la vasta extensión frente a ella, puso las manos en las caderas y suspiró, satisfecha consigo misma.

Había sido un viaje extraordinario. La llamaron loca cuando dejó su pueblo natal, dijeron que iba tras una leyenda y que moriría sola y perdida, hubo quienes la maldijeron por intentar romper el orden natural de las cosas. "¡Hay cosas que el hombre no debe ver!", le advirtió un anciano, y ella respondió "yo no soy hombre". 

Su viaje había empezado como una misión de descubrimiento e investigación: Buscar los relatos que aquellos exploradores que intentaron semejante gesta antaño, buscar los estudios de maestros y eruditos que conjeturaban cómo hallar el fin del mundo, y también todos los nuevos instrumentos de navegación que pudiera necesitar. Es decir, si fuese tan sencillo como caminar en linea recta, alguien lo habría encontrado aunque fuera por casualidad, ¿verdad?

Cuando la gran biblioteca de su país no pudo ofrecer más respuestas, viajó al país vecino. Después al siguiente, y al siguiente, aprendiendo idiomas, conociendo a sus gentes y leyendas locales. Toda canción, todo cuento e historia guardaban cierta sabiduría que quizá la llevaran un paso más cerca en su gesta. E incluso cuando ella misma sabía que estaba muy lejos de su objetivo siempre estaba feliz de compartir lo que había descubierto. A veces se trataba de curiosos, otras de eruditos, y las más de amables familias que la acogían en sus hogares a cambio de unas monedas, un poco de ayuda o de las mil y un historias que tenía que contar. Había perdido la cuenta de cuántos niños y niñas se habían dirigido a ella como "tita", o el equivalente en su idioma y país, y a de cuántos se había despedido con una lágrima en los ojos. Pero el viaje debía continuar, debía hallar su objetivo.

Por supuesto, también conoció el lado más oscuro de la humanidad. Personas huyendo de opresores y guerras, del hambre y de enfermedades, de desastres y castigos divinos... Ayudó a todo aquel que se cruzó en su camino: No muchas personas poseían la experiencia de haber estado toda una vida caminando por senderos olvidados, y ella no tenía miedo a enseñar al necesitado a usarlos en su favor. 

Hubo ocasiones en las que ella misma deseó ser ayudada, como tantas veces había ayudado en el pasado. Momentos de extrema soledad y arrepentimiento, por todo lo que había dejado atrás; el horror de conocer a hombres y mujeres malvados que se aprovecharon de ella; instantes de hambre, frío y agotamiento sin un lugar donde buscar socorro... Estas experiencias la volvieron más dura, más resistente, pero jamás quebraron su espíritu y siempre ofreció lo poco que tenía al que lo necesitara. Más de una vez mintió al decir que ya había comido o que no tenía hambre, porque sabía que ella podía aguantar un poco más. 

La mujer miró el sol descender sobre el horizonte. Toda una vida viajando y dejándolo todo atrás, y finalmente había llegado a su destino. No era, realmente, el fin del mundo, no había un abismo que se extendiera hasta el infinito frente a sus pies, ni un dragón que apareciera para devorar al incauto que alcanzara aquella frontera prohibida. En su lugar, solo la infinita extensión del mar en un día despejado. 

Súbitamente algo la agarró con fuerza de una pierna. Ella sonrió, bajó la mano y revolvió el pelo de un niño de facciones exóticas, el cual pronunció una palabra entre risas alegres. No estaba segura todavía del significado en aquel país, pero sabía que el sentimiento era el mismo que había oído tantas otras veces: "tita". El niño le tomó una mano y juntos caminaron de vuelta a la casa de la familia que la acogía en aquella ciudad. 

La mujer que caminó hasta el fin del mundo, realmente, nunca alcanzó a verlo. A fin de cuentas, lo importante no es llegar a tu destino, si no seguir caminando junto a aquellos que deseen caminar a tu lado, aunque sea solo una pequeña parte de un viaje sin fin.

Día 6 de 365
12  de Noviembre.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Día 5 de 365: "Una burra en mi habitación"

Cuando abrí los ojos, el poni seguía ahí, mirándome con sus enormes ojos de color pastel.

¿Sabes ese momento en que todo pensamiento lógico queda cubierto por un inmenso y omnipresente "Pero qué cojones"? Ese momento en que no hay forma de aclarar cómo demonios has llegado a una situación determinada, no existe posible explicación lógica para la misma. ¿Qué pasó la otra noche? Podía recordarlo, pero vagamente: José me llamó para salir a tomar unas copas "de tranquis", cosa que todos sabíamos cómo iba a acabar. Fuimos al bar de Paco, y luego tiramos hacia...

Espera, ¿a dónde fuimos?

Recordaba haber ido al campo... ¿pero qué demonios nos metimos anoche? Eso explicaría por qué me siento tan mal, o por qué estoy alucinando con ponis de colores como los que ve mi sobrina por la televisión. Fuimos al campo, vale, y recuerdo una luz y... Estábamos flipando, mucho, recuerdo a la Carla decir "¡Fua tío, qué ida de olla!".

Pero ya no recuerdo mucho más.

Me froto los ojos y, al abrirlos, el poni sigue ahí. Solo que esta vez él parpadea también. Oh espera... es ella, creo, parece que es una hembra. No me preguntes cómo lo sé, tiene cara de chica, ¿vale? Y parece tan confundida y resacosa como yo. Esto es raro, jodidamente raro, incluso para ser una alucinación. Pero bueno, no es la primera vez que me tomo algo raro que me hace flipar, me conozco el truco: Basta con intentar tocar lo que sea que estás viendo y, cuando lo atraviesas, tu mente parece encajar lo que está pasando. Es un viejo truco, nunca falla. Así que voy a alargar la para tocar a este bicho y sin duda todo irá mejor...

Oh mierda.
Oh, mierda grande y seca.
¡Oh, santo patrón de todas las mierdas!

La he tocado. ¡La he puto tocado! Se ve que la cara de susto me delata, porque ella parece preocupada y mueve la boca. Sí, me está hablando, y me ha preguntado si estoy bien. Me cago en todo lo cagable, una puñetera burra en technicolor ha aparecido en mi casa y no sé ni cómo. ¡Cómo le explico yo esto a mi casero! Es una locura, ¡una locura!

Un cigarro, necesito un cigarro. Me siento en la cama y busco a tientas en la mesa del ordenador, el paquete sigue donde siempre. Menos mal, solo me faltaba quedarme sin tabaco. Enciendo un pitillo y, tras dar una calada ella no se acerca, pero vuelve a hablar. Me dice "eso es malo para ti". Me cago en mi estampa, resulta que encima se preocupa por mi salud. No, si va a ser maja y todo la burra de las narices...

Paso un par de minutos aquí, calada tras calada, y cuando estoy a punto de apagar la colilla pienso que qué cojones, no todos los días tienes oportunidad de conocer a una burra parlante y colorida. No sé de dónde demonios ha salido o qué cojones hicimos anoche, pero hay algo que sé que todo el mundo necesita tras una noche de locura y resaca.

Me levanto y le pregunto si quiere un café. Me dice que sí, por favor, que no entiende nada ni sabe dónde está. Yo le digo que de puta madre, que no soy el único que se siente perdido, y le digo que me siga. La burra salta al suelo y el "clop clop clop" de sus pasos en el parqué me confirma que no estoy alucinando. Realmente hay una poni de colores y parlante en mi casa.

Me cago en la puta, cuando se lo cuente a mi psicóloga me manda de vuelta al manicomnio.


Día 5 de 365
11 de Noviembre.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Día 4 de 365: "Que nos quiten lo bailao"

—¡Corre, idiota!

Es curioso las cosas que nuestra mente decide recordar. Siempre nos muestran que los momentos que recordamos con más fuerza son los más importantes en nuestras vidas: El nacimiento de un hijo, la graduación en la universidad, la primera casa, el primer amor, la primera muerte de un ser querido, hechos traumáticos... Pero será que yo soy extraño.

Era un amigo, un buen amigo de la infancia con el que perdí contacto hace tantos años ya que perdí la cuenta. Un juego, una tarde divertida, una carrera alocada; habíamos pasado el rato haciendo el tonto, gastando bromas a los vecinos y demás. Decidimos que sería una gran idea llamar a una puerta al azar para tomar el pelo a alguien. Pares o nones, salí escogido yo como el que iba a llamar. Escogimos la puerta, mis amigos se escondieron, yo llamé y esperé con la emoción del niño haciendo una travesura. Pero cuando la puerta se abrió, detrás estaba... mi profesora. La bruja, la rambo, la troll... Os podéis imaginar la fama que tenía la pobre mujer. Yo me quedé petrificado, ella me llamó por mi nombre y todo plan de gastarle una broma se quedó en nada. En mi mente infantil, mi mundo se vino abajo.

—¡Corre, idiota!

Y eso hice. Eso hicimos: Seguimos corriendo hasta el parque más alejado del barrio, donde, jadeantes y nerviosos, empezamos a reír a carcajadas. El lunes nos iba a caer una buena, pero hasta entonces, que nos quiten lo bailao

Sé que no me queda demasiado tiempo, es ley de vida, no pasa nada. Hoy se ha reunido conmigo la familia para despedirse, y me han preguntado qué momento es el que más recordaba. Y yo, les miento, les digo que fue el nacimiento de Pedro, el ballet que hacía Marta de pequeña, o los cuentos que Juanita escribía, y sigue escribiendo. Creo que los quiero demasiado como para decirles que el momento que más fuerza tiene en mi mente fue una travesura que gastamos mis amigos y yo cuando éramos críos. 

Quién sabe, quizá la siguiente broma se la gastemos al mismísimo San Pedro. Iríamos todos juntos al infierno, pero que nos quiten lo bailao

jueves, 9 de noviembre de 2017

Día 3 de 365: "Sargento primero"

Mientras observaba cómo los soldados arrastraban al desgraciado, el sargento primero Gutierrez dio una última calada a su celta, lo lanzó al suelo y lo aplastó con la bota. El joven fue arrojado a tierra y encañonado, quedándose de rodillas, demasiado aterrorizado como para intentar hablar.

La guerra se volvía más compleja cada vez: nuevas armas, nuevos vehículos y tácticas, pero había métodos que no cambiaban jamás con los años. El espionaje era uno de ellos, y jamás era fácil desenmascarar a un espía, especialmente durante una guerra civil. El joven tenía acento andaluz, aunque Gutierrez no podía precisar de dónde exactamente. "Yo no he sido, sargento, yo no he sido". "Sucio golpista", murmuró un soldado cercano.

Gutierrez no dijo una palabra, manteniendo el temple. En el fondo le afectaba lo ocurrido, ver cómo en una guerra civil los hermanos se giraban contra hermanos, los amigos contra amigos. Españoles contra españoles, golpistas, rojos, republicanos, anarquistas... ¿Acaso importaba, al final? Una excusa más para matarse entre ellos. "Al paredón" ordenó sin alzar la voz, y el desgraciado fue levantado entre gritos desesperados de clemencia. La república estaba perdiendo la guerra: Madrid había caído, y se preparaban para la que probablemente sería la última gran batalla, en el Ebro. El alto mando no planeaba rendirse, no podían permitir que un solo espía diese la más mínima ventaja al enemigo. El destino de ese desgraciado estaba sellado desde el momento en que fue capturado.

El sargento primero regresó  a la casa que había adoptado como propia en aquel pueblo semi abandonado. Casi todos los vecinos habían huido hacia el norte, hacia Francia, intentando evitar la locura de los golpistas, capaces de asesinar a familias enteras con una mera acusación. Caminando, sacó el paquete de celtas y se llevó uno a la boca, buscando un encendedor por todos los bolsillos. "¿Necesita fuego, sargento primero?", preguntó una señora. Este se acercó y aceptó gustoso la caja de cerillas que esta le entregó; tras encender su cigarro, le devolvió la caja junto a una diminuta nota asida a la misma.

La señora tomó ambos y los guardó en la cesta que portaba. Ambos se miraron y se despidieron cortésmente. 

Al otro lado del pueblo, se escuchó la orden de un cabo seguida por el repiqueteo de los fusiles Mauser.


Día 3 de 365.
9 de Noviembre

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Día 2 de 365: "El día en que el mundo murió"

El día en que el mundo murió los humanos desaparecimos. 

Las señales habían estado ahí durante días, meses, años, décadas... Durante generaciones. Generaciones enteras de hombres dedicando sus mejores artes al negocio de la guerra, generaciones de grandes mentes dedicadas al beneficio personal y no al beneficio de la humanidad, generaciones en las que grandes imperios se alzaron y murieron, en las que grandes guerras se ganaron y perdieron, en las que actos que pudieran considerarse dignos de un castigo divino provenína únicamente de manos de los hombres.

Pero ahí seguíamos, ciegos, sordos, negándonos a ver lo evidente. Hasta que las alarmas sonaron y nadie supo qué estaba pasando. Yo era joven entonces: mi hermano y yo corrimos, sin saber a dónde, y una gran luz nos cubrió. Creo que mi hermano supo mejor que yo lo que estaba pasando, me hizo saltar por unas escaleras, siguiendo la histeria de la gente. Nos refugiamos en el metro.

Todo tembló, todo se sacudió, grandes secciones de túneles se derrumbaron, los gritos deseseperados de la gente atrapada todavía suenan en mi mente cada vez que sueño. Pero eso no era más que lo que podíamos ver del auténtico horror, de la ciudad que estaba siendo arrasada sobre nuestras cabezas, del veneno que cubriría el mundo durante generaciones. 

Nos refugiamos en el metro y, de alguna forma, sobrevivimos. La sociedad logró reconstruirse, y los supervivientes logramos salir adelante. Mal, en la miseria, pero con vida. 

Hoy soy viejo, hoy ya no tengo fuerzas para seguir luchando. Mis días llegan a su fin, y lamento no poder hacer ver a las nuevas generaciones todo lo que he vivido: El horror de la lucha, el horror de la guerra, las razones por las que hay que buscar la paz. Hoy día veo a los jóvenes volver a alzarse en armas, gritando palabras de odio contra sus vecinos, clamando por la fuerza de las armas y del miedo. Ojalá pudiera hacerles comprender, ojalá... pero ya estoy viejo.

El día en que el mundo murió, no aprendimos nada.


Día 2 de 365.
8 de Noviembre.

martes, 7 de noviembre de 2017

Día 1 de 365: "Os podría contar la historia más bella del mundo"

Hoy os podría contar la historia más bella del mundo.

Podría contar un relato de superación, amor, alegría y felicidad. Os podría relatar un cuento sobre pérdida, rendención, dolor y nostalgia. Pero os aseguro que hoy no es ese día.

Hoy es el día en que os miro a los ojos y grito “¡al infierno!”, en que escribo líneas llenas de sinsentidos, en que paso la noche en vela con los demonios de la imaginación poseyendo mis dedos y escribiendo contra mi sentido común. “¿Qué estoy escribiendo?”, me pregunto confundido, pero no dejo de escribir sin intentar frenar las palabras que se forman de la nada en mi mente. 
¿Escritura automática? Siempre he querido hacerla pero jamás lo he conseguido, soy muy consciente de cada letra que estampo en el teclado, de cada idea que transmito sin éxito y sin intentar explayar mejor. ¿Qué ha llegado a salir de mi tras tantos años entregado a la escritura, aunque sea de refilón? Cientos de páginas de historias cortas, algunos cuentos de terror, algunos relatos con más éxito narrativo que otros, y bastantes fanfictions. todos ellos retrasados por una innegable inclinación hacia la procrastrinación, el gran mal de los autores.
Y es que, ¡qué fácil es dejarse arrastrar por las horas muertas, tras todo un turno de trabajo! ¡Qué fácil es dejarse arrastrar por las aficiones, o por el carnal placer de lanzarse sobre un sofá para no hacer nada! ¡Maldito el sofá, que susurra con suaves cojines en mis oídos; maldito el ordenador, que me tienta con información y actividad sin fin, malditos los lectores mediocres, que admiran a autores de igual mediocridad e ignoran las obras excelsas que autores noveles vuelcan en las redes!
Pero lo pienso y digo “al menos han leído algo, al menos esos autores han completado algo, y yo no”. Y pienso que, quizá, sea hora de dejar de culpar al mundo, y que quizá es hora de hacer algo serio.

Día 1 de 365.
7 de noviembre. 

Farewell, Oxford

As the party went on, I was thinking on writing a soul-filled text. Something able to explain how I felt, how I saw that I was leaving a m...