viernes, 10 de noviembre de 2017

Día 4 de 365: "Que nos quiten lo bailao"

—¡Corre, idiota!

Es curioso las cosas que nuestra mente decide recordar. Siempre nos muestran que los momentos que recordamos con más fuerza son los más importantes en nuestras vidas: El nacimiento de un hijo, la graduación en la universidad, la primera casa, el primer amor, la primera muerte de un ser querido, hechos traumáticos... Pero será que yo soy extraño.

Era un amigo, un buen amigo de la infancia con el que perdí contacto hace tantos años ya que perdí la cuenta. Un juego, una tarde divertida, una carrera alocada; habíamos pasado el rato haciendo el tonto, gastando bromas a los vecinos y demás. Decidimos que sería una gran idea llamar a una puerta al azar para tomar el pelo a alguien. Pares o nones, salí escogido yo como el que iba a llamar. Escogimos la puerta, mis amigos se escondieron, yo llamé y esperé con la emoción del niño haciendo una travesura. Pero cuando la puerta se abrió, detrás estaba... mi profesora. La bruja, la rambo, la troll... Os podéis imaginar la fama que tenía la pobre mujer. Yo me quedé petrificado, ella me llamó por mi nombre y todo plan de gastarle una broma se quedó en nada. En mi mente infantil, mi mundo se vino abajo.

—¡Corre, idiota!

Y eso hice. Eso hicimos: Seguimos corriendo hasta el parque más alejado del barrio, donde, jadeantes y nerviosos, empezamos a reír a carcajadas. El lunes nos iba a caer una buena, pero hasta entonces, que nos quiten lo bailao

Sé que no me queda demasiado tiempo, es ley de vida, no pasa nada. Hoy se ha reunido conmigo la familia para despedirse, y me han preguntado qué momento es el que más recordaba. Y yo, les miento, les digo que fue el nacimiento de Pedro, el ballet que hacía Marta de pequeña, o los cuentos que Juanita escribía, y sigue escribiendo. Creo que los quiero demasiado como para decirles que el momento que más fuerza tiene en mi mente fue una travesura que gastamos mis amigos y yo cuando éramos críos. 

Quién sabe, quizá la siguiente broma se la gastemos al mismísimo San Pedro. Iríamos todos juntos al infierno, pero que nos quiten lo bailao

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