sábado, 30 de diciembre de 2017

Día 25 de 365: "Malditas fiestas"

Esas malditas ovejas otra vez balando al grito de sus pastores capitalistas. Qué asco me dan.

Cada año es la misma mierda: Primero los anuncios de que se acerca la Navidad, para que los niños se emocionen con los miles de jueguetes y cositas que ven por la televisión, ya que saben que a lo mejor se los compran. Después llega ese bombardeo de sensacionalismo barato: "Vuelve a casa por Navidad", "Celebra las fiestas con tus seres queridos", "¿Cuánto hace que no contactas con ese ser querido?".

Primero: Volveré a casa cuando me salga de las narices, gracias.
Segundo: Las celebraré solo si me sale de las narices, gracias.
Tercero: No necesito andar contactando cada día con mis seres queridos, solo estar ahí cuando hace falta. Gracias.

Y ya luego es observar mis círculos sociales, y siempre igual: Facebook se te llena de postales, mandándote estériles felicitaciones del equipo de la red social; gifs prefabricados son reenviados entre amigos hasta que los ves más de diez veces en un solo día; vídeos cursis de diapositivas e imágenes de Salvador Dalí (quién, por cierto, creo que es puta basura) con mensajes tan profundos como "el tiempo pasa". ¡Oh, no me jodas iluminado de la vida! ¡Usemos una figura como un reloj fundiéndose para representar el paso del tiempo! ¡Qué puto genio, no se me habría ocurrido en la vida!

Malditos artistas con suerte...

Luego llega el momento del consumismo alocado: Regalar a los amigos más cercanos, que si me han invitado a una fiesta y hay que llevar algo, que si hay que organizar una cena y hay que comer por todo lo alto, que si los dulces navideños, que si tal y si cual... Por el amor de todos los dioses habidos y por haber, ¡qué agobio!

Pero a mi no me afecta todo esto. Soy superior a todo ello.

Mientras escribo estas líneas, con mi nuevo ordenador portátil que me he comprado (no es un capricho, es una inversión, obviamente) y mi taza de Capuccino humeante (con un toque de canela y una galletita de jengibre, que están siempre de moda en estas fechas), observo a esos borregos pasar frío en la calle, peregrinando de tienda en tienda.

¿Para qué iba a salir, con lo calentito que estoy en el Starbucks, además de llevar este jersey tan abrigado que me ha regalado mi madre (qué buen gusto tiene la jodía)? Además de que puedo abstraerme del mundo escuchando música gracias a la subscripción a Spotify que he pagado (que no es para mi, si no para financiar a todas esas bandas que escucho).

¡Ja! ¡Borregos cegados al capitalismo que les rodea!


Día 25 de 365.
30 de Diciembre.

viernes, 29 de diciembre de 2017

Día 24 de 365: "El azote del capitolio"


Distrito 11, dos semanas después de la huida de Katniss de Los Juegos del Hambre.

La plaza del ayuntamiento estaba estaba abarrotada. Por orden de los agentes de la paz, todos los ciudadanos del Distrito Once se habían reunido en la misma.

La rebelión había sido un fracaso, un desastre. Lo que en un principio había sido un auténtico éxito, pronto se truncó cuando las fuerzas del capitolio recibieron refuerzos. Los ciudadanos contaban con armas, es cierto. Afiladas y pesadas herramientas con las que recogían la cosecha año tras año, además de las gafas de visión nocturna con las que habían conseguido una ventaja táctica durante la noche.

Pero nada de eso sirvió cuando llegaron los refuerzos, cuando empezaron los bombardeos. ¿Qué podían hacer unos granjeros contra los entrenados agentes de la paz del capitolio? Exactamente lo que hicieron. La rebelión logró resistir durante varias semanas. Pero, finalmente, sus líderes acabaron cayendo. Otros se entregaron para detener la matanza.

Y en ese día, el Distrito Once había sido reunido para presenciar el juicio y la condena contra todos los acusados. Muchos de los asistentes estaban todavía gravemente heridos, pero poco importaba al jefe de los agentes. Frente al antiguo y derruido ayuntamiento se alzaba una tabla para las ejecuciones. El jefe de los agentes de la paz, Jonas, subió al mismo y habló con voz fuerte y clara hacia los altavoces. Varias cámaras filmaban la escena. Iba a ser retransmitido en directo a todo Panem, a modo de advertencia de lo que ocurría con las revueltas.

Ciudadanos de Panem, hoy me dirijo a ustedes en un feliz y fatídico día. Han pasado 75 años desde que la gran guerra consumiera este país. Sufrimos gravemente, pero con dolor y esfuerzo logramos levantar de nuevo esta gloriosa tierra. ¡¿Y PARA QUÉ?!

El grito resonó en la destrozada plaza.

Habéis olvidado rápidamente POR QUÉ luchó el capitolio: ¡Para crear la más rica de las potencias! Se instauraron los Juegos del Hambre como recordatorio de ese dolor. ¿Y habéis osado levantaros en armas contra vuestro gobierno, aquel que os cuida? ¿¡Habéis osado?!

El silencio se apoderó de la zona. Los cámaras barrieron a los heridos, hambrientos y destrozados ciudadanos del Distrito Once. Nadie decía una palabra. Los agentes de la paz presentes apuntaban sus armas hacia la multitud, listos a disparar ante cualquier gesto de agresividad.

El capitolio es justo, y sólo castiga a los culpables. Pero hoy nos hallamos en una difícil situación. Pues, ¿Quién es el culpable cuando todo un distrito se alza en armas? ¿Quién, os pregunto?

Varios agentes de la paz se movieron al frente de la multitud. Fueron sacando, aparentemente al azar, a distintos ciudadanos, obligándolos a subir al escenario en el que hablaba Jonas. Poco tardaron algunos en notar que los agentes seleccionaban uno de cada cuatro ciudadanos.

Así pues, he hallado una solución. Puesto que es imposible hallar a todos los culpables, he decidido que una cuarta parte del Distrito Once sea ejecutada ahora mismo. Así nos aseguraremos de que este incidente no se repita.

Los gritos fueron alzándose entre la población. Las madres abrazaban a sus hijos, y se arremolinaban juntos tratando de evitar ser seleccionados por los agentes. Se escucharon disparos, y las cámaras captaron cómo los agentes mataban a una niña que huía con un bebé en sus brazos.

Por cada persona que trate de huir, mataremos a diez ciudadanos más. ¡Subid al primero!

Dos agentes de la paz obligaron a subir al primer condenado: Un joven que tenía una pierna totalmente inutilizada. Jonas sacó una pistola de su pernera y apuntó al joven a la cabeza

Lo único que escuchó fue un seco “Tuc!” seguido de un gemido ininteligible que resonó por todos los altavoces. Los presentes tardaron unos segundos darse cuenta de que una flecha, surgida de la nada, había aparecido atravesando el costado del jefe de los agentes de la paz. Éste se llevó la mano al mástil y giró, esperando encontrar a su agresor antes de derrumbarse contra el suelo

De una oscura ventana en un edificio semiderruido, surgió una segunda flecha que se clavó en la garganta de Johnas.

—¡Nos atacan! gritó un agente.



Día 24 d 365
29 de Diciembre

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Mi visión de cómo debería haber empezado la tercera novela de Los Juegos del Hambre. 

jueves, 28 de diciembre de 2017

Día 23 de 365: "La oferta"


“Te invito, Clara261, a unirte a la experiencia más increíble que podrás encontrar. A ti, chiquilla amante del BDSM. Te invito a unirte a la mayor experiencia de dominación que nadie te va a ofrecer. Sin trucos ni engaños. Contacta con nosotros para saber más, siempre puedes declinar nuestra oferta.

Pero una vez aceptes no habrá vuelta atrás.”

Amaia –cuyo pseudónimo en la red era Clara261- tuvo que releer varias veces el mensaje privado que le habían mandado en el chat. No se lo podía llegar a creer. Incluso estando chateando en una web de temática BDSM le costaba creer que ese mensaje le hubiese llegado a ella.

Pasó la mano por su corto cabello rubio mientras pensaba qué responder. El brillo de la pantalla del ordenador se reflejó en sus ojos marrones cuando recibió un nuevo mensaje, de otro usuario.

“¡Preciosas tus fotos, guapísima! ¡Cómo me gustaría verte en persona!”

La joven sonrió ante el halago. Esa noche había colgado en la web su segunda galería de fotos Bondage. En todas las imágenes Amaia aparecía inmovilizada en distintas posiciones con unas esposas de cuero rojo, vestida únicamente con un corsé del mismo color.

Eso sí, siempre se había preocupado de evitar que ninguna imagen fuese reconocible. En ninguna aparecía más parte de su rostro que unos pocos mechones de pelo, y siempre se hacía las fotos frente a paredes, de forma que tampoco pudieran reconocer la habitación.

Amaia reconocía, no muy abiertamente, su atracción por el mundo del bdsm. Sin embargo su exnovio no había compartido ese gusto. Sí, había accedido a practicar el bondage y la dominación con ella. Sin embargo, a él no le gustaba eso, y no sabía hacer disfrutar a su chica. Al final eso llevó a que cortaran.

Maximizó la ventana con la invitación, y se mordió un labio, pensativa. Podía tratarse de un pervertido, de un violador, o quizá de alguien que quisiera gastarle una broma. Podía ser peligroso. Pero también sabía que si rechazaba al menos informarse un poco más, se iba a arrepentir siempre. Podía ser una de esas cosas que sólo te pasan una vez en la vida.

Sabía que sólo existía una respuesta. Dándole a la opción responder, escribió:

“Me atrae tu oferta pero no estoy segura de que sea en serio. Me gustaría conocerte en persona primero, y si resulta no ser una broma, podríamos hablar de qué se trata.”

La contestación no se hizo esperar.

“Tus dudas son normales. Nosotros no pedimos a nadie que se entregue a un completo desconocido. Quedamos mañana a las 5 de la tarde en el bar Geranios, ¿lo conoces?
Ahí podrás ver que no se trata de una broma, y te diré en qué consiste la experiencia.
Me reconocerás porque seré el único hombre con traje y corbata del bar.”

Amaia no se podía creer que esto fuese en serio. Aunque había quedado al día siguiente no se podía perder esta cita. Respondió al momento.

“Allí estaré”


Día 23 de 365
28 de Diciembre


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El inicio de una novela erótica y de horror. Quizá un día deba retomar este concepto. 

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Día 22 de 365: "La lista de la compra"

La última compra

Se miró en el espejo una última vez, tras maquillarse, para asegurarse que no quedaba rastro alguno del golpe. María salió de su cuarto, y, antes de llegar a la salida, se detuvo ante la puerta de la habitación de su hija.

Su hija, su niña del alma.

Desde hacía años, María había sido maltratada por su marido -como ocurrió la noche anterior, y muchas otras noches antes que esta- pero ella lo había soportado. Él era quien traía más dinero a casa. Y ella pensaba que él, en el fondo, la quería. Incluso llegó a creer que quería a su hija. Su querida Elisabet. Una pobre criatura de 12 años.

Decidida a que los contratiempos no cambiarían sus planes, salió de casa y se dirigió a ver a su madre. Le pidió que esa noche cuidara de Elisabet, ya que María tenía planes. La abuela accedió encantada, a pesar de notar que algo no iba bien.

Después fue al supermercado. Comprobó la lista de la compra. Morcillo de ternera a cuadros, varias especias, y verduras para cocido. Ese medio día quería hacer estofado, el plato preferido de Elisabet. Quería que ella lo difrutara de su propia mano una última vez.

Sabía que después de esa noche, su hija no volvería a saborear ese plato.
También compró una caja de antiinflamatorios. Ella los necesitaría, y se le habían acabado.

Y por último, antes de ir a la caja, compró una caja de preservativos. Quizá esa noche su marido tendría una alegría.

Después de pagar volvió a su casa. Por el camino pasó por una papelería, y súbitamente se le ocurrió comprar papel de cartas perfumado.

Cuanto menos, tenía que dejar una carta. Se lo debía a su hija, y a su madre.

Ya en casa, comenzó a preparar el estofado. Un par de horas después, llamaron a la puerta. Tras ella, esperaba su hija, que volvía de la escuela. Todavía tenía pequeñas marcas de los golpes que recibió en la cara, y la escayola que le inmovilizaba el brazo izquierdo estaba llena de firmas de sus amigos de clase. Elisabet echó a un lado su pelo negro azabache, besó a su madre y entró con expresión triste.

Se le iluminó la cara al oler el estofado.


—¡Qué bien!¡Hay estofado!
—Sí, cariño.

Poco después las dos habían comido juntas. Cuando ambas se levantaron, María le dijo a Elisabet:

—Cariño, esta noche dormirás en casa de la abuelita.

La niña asintió y se fue a su cuarto a jugar al ordenador. María se quedó a solas mientras recogía la cocina. Asió un cuchillo de carne para limpiarlo, y se quedó mirándolo unos segundos.

Nada volvería a ser igual para su pobre Elisabet. Pero algo era seguro: nadie volvería a hacerle daño.

Ni siquiera su padre.

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Día 22 de 365
27 de Diciembre
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En realidad este texto tiene ya algunos años. Lo escribí con un grupo llamado "Ejercicio Todorelatos" en el que hacíamos ejercicios narrativo periódicamente. Este, en concreto, consistía en una escritura libre que incluyera las palabra o el concepto "lista de la compra".

martes, 26 de diciembre de 2017

Día 21 de 365: Diario de Bitácora (3): "A ver si lo he comprendido"

—A ver si lo he comprendido... ¿Me estás diciendo que Aegis está tras la guerra contra los Targoides?

La Type 10: Defender "Fat Mama" detuvo su vuelo con el potente rugir de sus motores luchando por detener la inercia de una nave que con más de quinientas toneladas de cargamento a bordo. Portaba materiales varios para asistir con la reparación de las estaciones atacadas por los Targoides: Acero, superconductores, constructores automatizados, trajes de vacío, y un largo etcétera.

El ordenador de a bordo no añadió nada al reporte que había leído de Canonn. No tenía tanta capacidad para responder a esa pregunta.

—Maldita sea... es que todo encaja demasiado bien. ¿Que las mismas naves que atacaron a los exploradores que descubrieron las bases Targoide eran de Aegis? Y tiene sentido, ¿cómo iba  Aegis a conseguir tanta capacidad en tan poco tiempo? Incluso aunque las superpotencias destinaran todos sus recursos a apoyarla, no se consiguen varias decenas de estaciones espaciales en cuestión de semanas.

Volgrand se quedó pensativo, con su nave aguardando a pocos kilómetros de la estación Titan's Daughter. La estación, que había sido atacada la semana anterior, había logrado controlar los incendios y los escapes de radiación que convirtieron la atmósfera artificial en un infierno irrespirable, y ahora se hallaba en fase de reparación.Una voz de mujer sonó por el equipo de comunicaciones:

—Core Dynamic Mike, Victor, Oscar, siempre es un placer volver a verle, comandante. Requerimos materiales para continuar las reparaciones, y todavía quedan refugiados que buscan salir de esta estación.
—Coriolis Titan's Daughter, aquí el comandante Volgrand, no me dispongo a atracar inmediatamente.
—Entendido comandante, por favor solicite permiso de aterrizaje antes de intentar acceder.

La comunicación se cortó y el comandante se quedó en silencio, pensando para si mismo. ¿Sería posible que les hubieran engañado? Aunque quería creer que no era posible, que ojalá fuera tan simple como que los Targoides fueran los malos y los humanos los buenos, todo apuntaba a que el informe de Canonn tenía indicios de verdad.

Pero un buen científico de campo no se contaba con lo que le contaban: Salía ahí fuera y buscaba los datos a cualquier precio. Pero meterse en el repetidor de comunicaciones controlado y protegido por AEGIS no sería nada fácil, y más sabiendo que tendían a disparar y a preguntar después.

Necesitaría ayuda.

—Ordenador, inicia comunicación segura.
—Sí, señor —respondió el ordenador con una metálica voz femenina—. ¿Código de frecuencia?
Infinity, código de acceso Mike, Delta, Alpha, veintitrés, cuarenta, setenta y dos, Goya.
—Iniciando.... Puede hablar, comandante.

Volgrand se echó hacia atrás en su asiento mientras hablaba.

—Escuadrón, tengo un trabajo de investigación. Necesito comprobar si los últimos datos recogidos por Canonn son correctos, me refiero a aquellos que dicen que AEGIS está provocando esta guerra. Será peligroso. ¿Algún voluntario?

Un panel de luces rojas apareció en el proyector holográfico. Tras unos segundos, una de las mismas se volvió verde... y otra, y otra y otra... Los comandantes del Escuadrón Infinity estaban respondiendo a la llamada. Volgrand sonrió.

—Ordenador, pon rumbo a Merope. Vamos a recoger a Radiance, hace mucho que no sale a dar un paseo.
—Recibido, comandante. ¿Desea usted que solicite un nuevo patrón de pintura?
—No, el de las llamas naranjas está bien. Pero que le cambien el dibujo del título por uno de combate.
—Sí, señor, enviando solicitud. Ruta programada para llegar con tres saltos, deberíamos llegar a Alcazar's Hope en unos quince minutos.

Volgrand tomó los controles de la nave y activó el motor de distorsión.

—Esto será interesante...



Día 21 de 365.
26 de Diciembre.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Día 20 de 365: "Sin título"

"¿Por qué llamó usted a su última obra 'Sin título'?", me pregunta esa condenada periodista. La misma pregunta que me han hecho todos mis fans desde que sacara la condenada novela, por qué por qué por qué. ¡Arg!

Escribí esa obra en un arrebato de inspiración. Ese tipo de arrebatos en los que empiezas a juntar palabras y frases sin conexión que surgen de tus dedos sin siquiera pensarlas y al final... ¡Albricias! ¡Había escrito algo con sentido! Una historia, ¿o cuadra mejor como narración? ¿O quizás un ensayo? Es difícil calificarla. Una novela que empieza como una historia de fantasía para pronto tratar temas filosóficos, históricos y sociales desde la perspectiva de un personaje ficticio.

Y mire usted, ¡que a la gente le dio por pensar! Sí, que si tenía mucha razón, que si era un gran análisis social, que si predecía lo que iba a ocurrir en un futuro no tan lejano... Total, que la historia vi que era buena, que prometía ser un éxito... pero llegaba el momento de ponerle título.

Tardé más saber que no iba a encontrar un título adecuado que no en escribirla. Pero finalmente conseguí dar con la solución, una que añadiría más misterio y misticismo a la obra. Así que miro a la periodista y, con mi mejor enigmática sonrisa, le respondo:

"Esa pregunta es parte de la propia obra, señorita".

Y decenas de periodistas levantan los brazos para intentar sonsacarme más información.

Soy un puto genio.


Día 20 de 365.
25 de Diciembre. 

sábado, 23 de diciembre de 2017

Día 19 de 365: Diario de bitácora (2)

Sistema Achenar, capital Imperial. 
Terminal Baker, en órbita de Yamaha's Grave.
Marzo de 3303.

Aturdido y abrumado
por la duda de los celos
se vé triste en la cantina
a un bohemio ya sin fé.

Con los nervios destrozados
y llorando sin remedio,
como un loco atormentado
por la ingrata que se fué.

Las estaciones imperiales tenían la cualidad de tener que demostrar sus lujos a todo volumen, en todas partes y en todo momento. Era común en las cantinas del Imperio escuchar temas opulentos: grandes composiciones orquestales, música en vivo con instrumentos únicos y exóticos... En aquél bar de Achenar en particular, habían escogido música grabada, pero no una música cualquiera: Canciones de un autor que databa del siglo veintiuno, cuyas grabaciones habían sobrevivido hasta la actualidad.

El español era el idioma natal de M. Volgrand, por lo que escucharlo en aquella voz masculina le llamó la atención, especialmente por el curioso acento y el uso de palabras de una forma distinta a la que estaba acostumbrado.

Una vibración en el brazo indicó una llamada entrante. Al activarlo, el proyector holográfico formó el rostro de una mujer.

—Buenas noches, Manuel.

Volgrand guardó silencio.

—¿Qué te ocurre?
—Me preguntaba por qué me llamabas después de tanto tiempo, Sara.
—Oh, ¿no puedo querer ponerme al día con mi ex-prometido? Caballero M. Volgrand, de su majestad Imperial. Debes estar nadando en la abundancia —añadió con sorna.
—Al menos aquí no asesinan a pilotos por una simple multa de aparcamiento.
—No, ahí los esclavizan.
—La galaxia es un lugar cruel —sentenció Volgrand—. ¿Qué quieres? Te conozco demasiado bien.

Sara, al otro lado del comunicador, se echó hacia atrás acomodándose en una silla. Volgrand pudo ver la parte superior de un elegante vestido rojo; ella tomó una copa y le mandó un brindis desde donde fuera que llamase.

—Me he enterado de lo que estás preguntando, de las sospechas que intentas confirmar.
—¿Acaso me espías?
—Tenemos amigos en común. Has preguntado a todos tus contactos en el Imperio, la Federación y la Alianza. Era cuestión de tiempo que me enterara.

Volgrand tomó un trago de su propia bebida, un brandy Laviano. Si de algo estaba seguro es que Sara jamás había querido hacerle daño; puede que ya hubiera demasiada distancia entre los dos, pero no había odio.

—Estoy en peligro, ¿verdad?
—Por supuesto. Estás intentando descubrir un secreto que lleva oculto cientos de años. Los exploradores del Childrens of Raxxla están cada vez más cerca de descubrir incómodas verdades, y muchos ojos federales están vigilando los acontecimientos en Formidine Rift y demás. Tengo entendido que estuviste por ahí.
—Ayudé a mapear el Puente de Heisenberg, sí. ¿Tienes algo de información para mi?
—Por supuesto: Tienes razón.

El silencio que siguió a eso quedó cubierto por el solo de guitarra de la ancestral canción.

—¿En qué?
—En todo —concluyó Sara—. Los Percebes y los artefactos alienígenas, las ruinas de los Guardianes, los mensajes de la comandante Salomé, la restricción en Col-70, el súbito interés de las potencias en las Pléyades, el proyecto Exodus, Inra... Todo está relacionado.
—¿Cómo puedes estar tan segura?
—Porque si sigues las líneas de mando todas responden a un único colectivo. No sé a quién —aclaró—, pero todas conducen al mismo lugar.

Volgrand se gastó unos momentos en asumir esa información. Cuando él decía que todo estaba relacionado no esperaba... eso.

—Una conspiración a nivel galáctico durante siglos... Es difícil de creer.
—Créelo. A todo esto, mueve el proyector a un lado, que pueda ver detrás tuyo.

Volgrand hizo lo que le pidió Sara y, tras unos segundos, volvió a mover el proyector frente a él mismo.

—Los tres tipos que hay detrás tuyo, que visten pomposos y de blanco y azul, son agentes federales.
—¿Vienen a por mi?
—Sí. Quieren silenciarte, y también averiguar dónde esconde Palin todos los artefactos que han recuperado los comandantes de Canonn Interestelar. Probablemente luego modifiquen tu mente para que te conviertas en un espía sin saberlo.
—Eso parece más propio de la Alianza.
—¿No te he dicho que todo estaba relacionado? La Alianza sabe algo al respecto, pero no sé bien el qué.

El comandante se acomodó en la silla de la barra, echando su bebida a un lado.

—Gracias por la información, federrata.
—No hay de qué, perro imperial. No dejes que te capturen.
—¿Oh, ahora te preocupas por mi? —preguntó Volgrand con media sonrisa.
—No, es que me dará mucha pereza averiguar qué hicieron contigo después. Cambio y corto.

La comunicación se cortó en el proyector holográfico. La canción parecía estar llegando a su fin. "Mozo, sírvame la copa rota, quiero sangrar gota a gota, el veneno de su amor". Volgrand bajó una mano a la cadera y su traje Remlock se abrió, revelando una pistola láser que él posó sobre su regazo. A su espalda, los tres hombres de los que le había advertido Sara se levantaron.

Esos ilusos iban a descubrir pronto que la Federación de Pilotos no otorgaba el rango de combate "Maestro" a cualquier comandante. Volgrand esperaba no causar demasiados destrozos: sería un auténtico crímen perder una grabación milenaria de semejante calidad.


Día 19 de 365.
23 de Diciembre.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Día 18 de 365: Diario de bitácora, parte 1.

Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

Si estás leyendo estas líneas, enhorabuena, vas a descubrir una pequeña parte de todo lo que he vivido. La cita de arriba es de una película ancestral, restaurada en los archivos del instituto Canonn, y creo que viene perfecta para la ocasión.

Soy el comandante M. Volgrand, nací en el 3270, y aquí voy a recoger mis memorias, porque he visto muchas cosas que creo que deben perdurar más allá de mi muerte, que siendo sinceros, podría ocurrir en cualquier momento. No estoy enfermo, pero digamos que mi actividad toca las narices a mucha gente muy poderosa. Pero no es nada fácil matar a un comandante de la Federación de Pilotos, y desde luego yo no pienso ponérselo fácil a nadie. Eso por no mencionar mi habilidad especial para meterme en distintos problemas cada dos por tres, y de ir a investigar cosas alienígenas a la primera de cambio.

A muchos comandantes les mueve el dinero, y el llevar sus naves al límite de la tecnología; a mi no: A mi me motivan las misiones que proveen un cambio a la galaxia, que la hacen un poquito mejor. A mi me motivan los misterios que nadie se ha atrevido a investigar, y me motiva ayudar a los indefensos, y asistir a otros comandantes en misiones que ayuden a mejorar las cosas. Aunque sea solo un poco.

¿Cómo escribiré estas memorias? Según me dé. Tengo mi venita melodramática y escritora que dejaré surgir por aquí. Algunas entradas serán recuerdos que os contaré como tal, otras las haré como recreaciones de lo ocurrido, y quizá incluya fotos y grabaciones de mis aventuras. Vais a ver que he hecho cosas crueles, y quizá me consideréis un criminal. Honestamente, no voy a pedir perdón.

He destruido cientos de naves, y he combatido en docenas de guerras. He destruido sin miramientos a cápsulas de escape, he asaltado puestos de superficie, he asaltado naves de suministros, he comerciado con narcóticos, he metido armamento de contrabando en estaciones y he comerciado con esclavos. También he corrido al rescate de naves perdidas en medio de la galaxia, a miles de años luz de la civilización; me he metido en zonas de combate para sacar a unos pocos refugiados; he volado junto a monstruos alienígenas para salvar a algún inocente de ser abducido; he luchado batallas perdidas para dar tiempo a alguien a huir, y he roto bloqueos a estaciones para llevar comida y medicinas cuando fue necesario.

Lo voy a decir muy en serio: Me da igual lo que pienses. Me da igual si crees que soy una persona cruel, porque sí, a veces hay que serlo, porque la galaxia es cruel. Pero créeme en una cosa: He hecho que la galaxia sea un poquito mejor.

Así que si quieres seguir leyendo: Bienvenido al cuaderno de bitácora del comandante M. Volgrand.


Día 18 de 365.
22 de Diciembre.

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Este es el inicio de mi otro blog, basado en mi personaje del universo de Elite: Dangerous. Si os gusta la ciencia ficción, los misterios, el espacio y demás, echadle un ojo :)

https://cmdrmvolgrand.blogspot.co.uk

jueves, 21 de diciembre de 2017

Una pequeña pausa.

¡Hola a todos!

Sí, tras dos semanas de publicar sin descanso, he tenido un parón considerable. ¿El por qué? Bueno, en primer lugar cometí el error de empezar esto sin llevar trabajo adelantado. Fue cuestión de irme de vacaciones, y todo se trastocó, empiezas a retrasarte, y esto es lo que ocurre.

Así que decidí, en vez de estresarme y ponerme corriendo a escribir lo primero que me viniera a la cabeza (lo cual no dista demasiado de cómo escribo normalmente) tomarme esta pausa para adelantar trabajo. La idea es intentar llevar al menos cuatro o cinco escritos preparados a diario, para así tener margen de maniobra ante imprevistos, viajes, fiestas y borracheras.

Bueno, esta última no. Algunas de las mejores cosas que he escrito han sido, evidentemente, borracho y/o emporrado. 

Así que si todavía sigues este blog, ¡fantástico! Nos vemos en breve :).

Farewell, Oxford

As the party went on, I was thinking on writing a soul-filled text. Something able to explain how I felt, how I saw that I was leaving a m...